1939.- 113 min. França
DIRECCIÓ I GUIÓ Jean Renoir MÚSICA Roger Désormières FOTOGRAFIA Jean Bachelet (B&W) REPARTIMENT Marcel Dalio, Nora Gregor, Jean Renoir, Roland Toutain, Mila Parély, Paulette Dubost, Julien Carette, Gaston Modot, Pierre Magnier, Eddie Debray PRODUCTORA Nouvelle Edition Française (N.E.F.)
SINOPSIS 1939, Paris i Sologne. Un aviador, enamorat d'una dona de món, no respecta la regla del joc que consisteix en salvar les aparences en una societat dividida fundamentalment en dos classes: els senyors i els criats.
Comentaris:
-No me extraña que en su momento la película no fuera entendida por el público. Lo que parece una simple «comedia de enredos» (de Christine con el aviador André, del conde con Geneviève, de Lisette la mujer del guarda con el cazador furtivo) es en realidad, como se dice en los créditos de la película, una «fantasía dramática».
-Y tan dramática. Como que describe la falsedad y la superficialidad —y por tanto la insignificancia histórica futura— de una clase, la aristocracia, condenada a desaparecer tras el vendaval de la Segunda Guerra Mundial que estaba a punto de estallar. Es un tema que, si no recuerdo mal, también aparecía en La gran ilusión (1937), en los personajes de los dos aristócratas coprotagonistas, tanto el alemán como el francés.
-El tema de la mentira es recurrente a lo largo de la película. Muy al principio, Christine dice: «La mentira [en la que vivimos] es una carga pesada de soportar». Y hacia el final, el personaje de Octave, encarnado por el propio Renoir, se pregunta: «Estamos en una época en la que todo el mundo miente. Si los Gobiernos, la radio, el cine mienten, ¿por qué no vamos a mentir nosotros, simples ciudadanos?». Por cierto, parafraseando el título de una novela podríamos resumirlo así: «Todos mienten». ¿Les suena? Más actual, imposible.
-En general, parece que tampoco los de la clase social más baja salen mejor parados. No hay el menor asomo de rebelión contra los señores. Así, cuando Christine, la señora, sienta al aviador André (su amante) a su lado en la mesa, una de las criadas dice: «Las reglas son las reglas». Estas reglas, este mundo que parecía inamovible, es el que pulverizará precisamente la guerra que ya estaba en puertas.
-Y en este sentido me parece sumamente reveladora una escena (hacia la mitad de la película) en que la cámara de Renoir se recrea literalmente en la agonía de un conejo muerto durante la cacería para, a continuación, mostrarnos un paisaje desolado, un paisaje que podría decirse destrozado por la guerra. Otra vez la guerra, que traerá consigo un nuevo orden histórico.
Ramón Sol
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Me gustó mucho la película, muy difícil de filmar. No sé si fué una avanzadilla de las películas corales pero aprovecha la gran cantidad de personajes para hacer una durísima crítica de la clase alta francesa del momento. Todos mienten, todos saben, todos disimulas con las reglas de su juego que los mantiene cohesionados. ¿ Porqué decir la verdad ?, se justifican porque todos lo hacen, los periódicos también. La clase baja no le va a la zaga como blanco de la crítica de Renoir, lógicamente con otras reglas que no se basan en los compromisos ó sin reglas fijas. El desenlace no puede ser más adecuado a los planteamientos de la trama.
Paco Dobaño
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Tras visionar la película ayer lunes en clase, y leer un poco sobre ella te paso mis impresiones:
Conocía poco de Renoir, la verdad, sabía de él y de su relevancia en el cine, pero esperaba encontrarme otro tipo de film, me sorprendió. Mi sensación tras visionar la película es que es un filme que no deja indiferente a nadie. Entiendo que haya público que pueda criticarla, al igual que comprendo perfectamente a los que la elogian.
Para mí es una película "todo en uno", esto es, un compendio de comedia, drama, melodrama, etc, y ante todo una crítica total a la sociedad de aquel momento.
A fin de mediatizar las opiniones, yo, personalmente, a los que la elogian les diría que quizás llega a un punto de demasiado absurdidez , especialmente en el tramo final; y por otro lado a los que la critican les recomendaría que vuelvan a visionar la película ya que realmente las escenas están muy elaboradas, tanto en sus primeros planos como en los segundos.
A mí personalmente me queda aquella sensación de haber visto "algo que llama la atención". Si luego uno repara en el año de su filmación (1939)... no me queda más remedio que concluir lo siguiente: algo muy especial debe tener para que una pieza con más de 70 años de antigüedad siga llamándote la atención y tenga toques todavía muy actuales.
Un pensamiento que me vino a la cabeza justo al terminar de ver la película fue "esto me recuerda a Berlanga", pero claro cuando comparé las fechas de ambos directores me quedó claro quién se pudo basar en quién.
Como detalle anecdótico y de gran sentido del humor (humor absurdo) destacaría la frase de " .. que le dispare? Pero si no tengo balas, si las agoté todas contigo!!!" ;-)
Un saludo
Javi
1 comentario:
Hola:
Tengo un gripazo, y como no podré asistir a la sesión de hoy os envío algunos comentarios que me ha sugerido la película (aunque me temo que mi coco no dará para mucho). Pero, en fin, allá van.
-No me extraña que en su momento la película no fuera entendida por el público. Lo que parece una simple «comedia de enredos» (de Christine con el aviador André, del conde con Geneviève, de Lisette la mujer del guarda con el cazador furtivo) es en realidad, como se dice en los créditos de la película, una «fantasía dramática».
-Y tan dramática. Como que describe la falsedad y la superficialidad –y por tanto la insignificancia histórica futura– de una clase, la aristocracia, condenada a desaparecer tras el vendaval de la Segunda Guerra Mundial que estaba a punto de estallar. Es un tema que, si no recuerdo mal, también aparecía en La gran ilusión (1937), en los personajes de los dos aristócratas coprotagonistas, tanto el alemán como el francés.
-El tema de la mentira es recurrente a lo largo de la película. Muy al principio, Christine dice: «La mentira [en la que vivimos] es una carga pesada de soportar». Y hacia el final, el personaje de Octave, encarnado por el propio Renoir, se pregunta: «Estamos en una época en la que todo el mundo miente. Si los Gobiernos, la radio, el cine mienten, ¿por qué no vamos a mentir nosotros, simples ciudadanos?». Por cierto, parafraseando el título de una novela podríamos resumirlo así: «Todos mienten». ¿Les suena? Más actual, imposible.
-Por cierto, en general tampoco los de la clase social más baja salen mejor parados. No hay el menor asomo de rebelión contra los señores. Así, cuando Christine, la señora, sienta al aviador André (su amante) a su lado en la mesa, una de las criadas dice: «Las reglas son las reglas». Estas reglas, este mundo que parecía inamovible, es el que pulverizará precisamente la guerra que ya estaba en puertas.
-Y en este sentido me parece sumamente reveladora una escena (hacia la mitad de la película) en que la cámara de Renoir se recrea literalmente en la agonía de un conejo muerto durante la cacería para, a continuación, mostrarnos un paisaje desolado, un paisaje que podría decirse destrozado por la guerra. Otra vez la guerra, que traerá consigo un nuevo orden histórico.
Bueno, mi cabeza no da para más. Saludos y hasta pronto.
Ramón Sol
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